La industria láctea es muy intensiva en lo que se refiere al consumo de calor de proceso.
Pasteurización, evaporación, desnatado… Desde que la leche fresca llega a las factorías hasta que se envasa en los productos finales, son numerosas las fases que precisan de energía térmica para su elaboración. Normalmente en forma de vapor industrial.
Actualmente, la mayoría de estas factorías disponen de calderas industriales de vapor a gas natural e incluso cogeneraciones de gas para satisfacer esta demanda.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, son numerosas las empresas que han decidido dar el salto a calderas de vapor de biomasa con el fin de obtener un coste estable que no dependan de variables como el precio del gas natural o de los bonos de CO2.
Cada vez más empresas de la industria láctea están confiando en calderas de biomasa industriales para sus procesos ya que éstas garantizan regímenes estables de trabajo superiores a las 8.300 horas anuales con bajo coste operativo.
Aparte de que el precio de la biomasa permite establecer unos costes de producción mucho más estables y predecibles que el del gas natural, la disminución de la huella de carbono asociada a la utilización de calderas de biomasa hace que las compañías accedan a clientes y mercados que solo trabajan con este tipo de empresas.
Además, mejora de manera notoria la imagen de la empresa al exterior al incluir estos objetivos en su programa de responsabilidad social corporativa (RSC).