Las instalaciones de más 5 MW deberán adaptarse antes del año 2025.
Parece que fue ayer cuando entró en vigor el Decreto 1042/2017, este texto venía a transponer en las normativas nacionales la Directiva Europea 2015/2193.
Al fin, la Comisión Europea armonizaba unos objetivos mínimos en todos los países miembros en cuanto a límites de emisiones contaminantes a la atmósfera por parte de equipos con potencias medias (entre 1 y 50 MW).
En lo que respecta a las instalaciones con caldera de biomasa, la medida de mayor calado era limitación de emisiones de partículas sólidas.
En la práctica esto significaba que, para las instalaciones puestas en marcha a partir de 2018, sería necesaria la instalación de un filtro de partículas, ya fuera de mangas, cerámico o electrostático.
¿Y qué ocurría con las calderas de biomasa instaladas previamente?
Las llamadas instalaciones existentes, puestas en marcha antes del 2018, tenían un periodo de adecuación o adaptación dependiendo de su potencia. Para potencias entre 1 y 5 MW, estas instalaciones deberían adecuarse antes de 2030, mientras que para la de mayor potencia, entre 5 y 50 MW, debían hacerlo antes de 2025.
A efectos prácticos, esta adecuación afectaría la instalación de un filtro de partículas, ya que las emisiones de SO2 son bastante inusuales en biomasa y la limitación de NOx resulta muy poco restrictiva.
¿Por qué la especial incidencia en las emisiones de partículas sólidas?
Las emisiones de partículas de una caldera de combustible sólido, ya sea biomasa u otros residuos, están compuestas básicamente de cenizas disueltas en los gases de combustión que se expulsan a la atmósfera.
Estas sustancias inertes pueden ser respiradas por los seres vivos con efectos adversos para la salud.
En los últimos años, la biomasa como combustible ha sido criticada por la emisión de este tipo de partículas y, por ello, se están implementando límites de emisión más exigentes que necesitan equipos de filtrado sofisticados.
Los dos sistemas más extendidos en el sector de la combustión de biomasa son el filtro de mangas y el filtro electrostático. Mientras que el primero atrapa las partículas mediante un tejido filtrante, el segundo lo hace por medio de la ionización y posterior captación de las partículas.
Existen infinidad de estudios comparativos entre los dos sistemas y publicaciones íntegras sobre el tema.
El desafío para el usuario de una caldera de biomasa de más de 5 MW no es sólo la selección del filtro adecuado para su tipo de caldera, sino la adaptación del resto de la instalación existente para integrar con éxito este nuevo elemento, ya que múltiples componentes van a verse afectados, desde unidades ciclónicas hasta ventiladores de tiro inducido, pasando por el control general de la instalación.
Alex Mas
Director de desarrollo de negocio en Sugimat